Virgen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que desde niña anheló buscar en lo profundo de su corazón el conocimiento y la contemplación de la Trinidad, y afligida por muchos sufrimientos, todavía joven continuó caminando, como siempre había soñado, «hacia el amor, hacia la luz y hacia la vida»; fue mística y en tan sólo 5 años de vida religiosa llegó a alcanzar una elevada santidad. "He encontrado mi vocación; ya que seré un elogio de gloria por toda la eternidad, ¡quiero ser un elogio de la gloria ya aquí abajo!"; "He hallado mi cielo en la tierra pues el cielo es Dios y Dios está en mi alma"; "Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida"; "Que mi vida sea una alabanza de gloria para las tres divinas Personas"; "Un alma en estado de gracia es una casa de Dios, en donde habita Dios mismo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo"; "El Señor nos invita a permanecer en Él, orar en Él, adorar en Él, amar en Él, trabajar en Él, vivir en Él"; "La adoración es un silencio profundo y solemne en que se abisma el que adora, confesando el todo del Dios Uno y Trino, y la pequeñez de la creatura"; "El Señor está en mí y yo en Él, mi vida en el tiempo no es otra que amarle y dejarme amar; despertar en el Amor, moverme en el Amor, dormirme en el Amor"; "El Amor habita en nosotros, por ello mi vida es la amistad con los Huéspedes que habitan en mi alma, éstos son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo"; "Todo pasa. En la tarde de la vida, sólo el amor permanece... Es necesario hacerlo todo por amor. Es necesario olvidarse de uno para vivir en Dios"; "Oh, Jesús, Amado mío, qué dulce es amarte, pertenecerte, tenerte por único todo!"