Este año se ha celebrado el bicentenario del estreno de la Novena Sinfonía de Beethoven.
Se ha escrito tanto y tan bien acerca de esta obra que resulta muy difícil encontrar nuevos argumentos que la definan. Como simple aficionado me remito a lo que, en el día del estreno, dejó escrito Anton Schindler, amigo y biógrafo de Beethoven: “Le ruego me disculpe por señalar que esta sinfonía es una excepción respecto a todas las anteriores; es la más grandiosa y difícil”.
El estreno fue complicado, la orquestación requería de un gran número de músicos, los cantantes eran demasiado jóvenes, no pudieron hacer los ensayos necesarios, la apuesta económica también era arriesgada, en fin, que el asunto no estaba muy claro.
A pesar de todos los inconvenientes, el estreno fue todo un acontecimiento y un gran éxito. Cuando terminó la interpretación, Bethoveen, que había estado en el escenario todo el concierto aunque por esas fecha ya no podía oír absolutamente nada, absorto como estaba, tuvo que ser avisado por una de las cantantes para que pudiera ver aplaudir al público. El maestro se volvió, miró fijamente a la platea y saludó.
Se ha escrito tanto y tan bien acerca de esta obra que resulta muy difícil encontrar nuevos argumentos que la definan. Como simple aficionado me remito a lo que, en el día del estreno, dejó escrito Anton Schindler, amigo y biógrafo de Beethoven: “Le ruego me disculpe por señalar que esta sinfonía es una excepción respecto a todas las anteriores; es la más grandiosa y difícil”.
El estreno fue complicado, la orquestación requería de un gran número de músicos, los cantantes eran demasiado jóvenes, no pudieron hacer los ensayos necesarios, la apuesta económica también era arriesgada, en fin, que el asunto no estaba muy claro.
A pesar de todos los inconvenientes, el estreno fue todo un acontecimiento y un gran éxito. Cuando terminó la interpretación, Bethoveen, que había estado en el escenario todo el concierto aunque por esas fecha ya no podía oír absolutamente nada, absorto como estaba, tuvo que ser avisado por una de las cantantes para que pudiera ver aplaudir al público. El maestro se volvió, miró fijamente a la platea y saludó.