Si no es con el famoso "hubiera", o cualquier otro reproche, no conversamos con las versiones antiguas de nosotros mismos, pero cuando nos atrevemos a dialogar con ese "yo" del pasado, pueden ocurrir cosas increíbles.
Si no es con el famoso "hubiera", o cualquier otro reproche, no conversamos con las versiones antiguas de nosotros mismos, pero cuando nos atrevemos a dialogar con ese "yo" del pasado, pueden ocurrir cosas increíbles.