Pensar una educación sexual integral desde la primera infancia nos ayudaría como sociedad a que las mujeres, adolescentes y cuerpos con capacidad de gestar puedan tomar sus propias decisiones, informadas y autónomas. La objeción de conciencia no puede ni debe ser impuesta para un país que tiene altas tasas de violencia sexual y sexo no consentido. Sobre esto y mucho más conversamos en nuestro capítulo sobre aborto y nuestro derecho a decidir.