Episode Artwork
1.0x
0% played 00:00 00:00
Mar 27 2024 34 mins  

Haz el ejercicio de mirar adentro,
sin presión, sin tensión
y respirando pausada y profundamente.
Haz que esa forma de mirarte, te descubra
en toda esa inmensidad que contienes,
sin buscar nada, sin precisar nada,
simplemente mantente ahí,
observante de ti, de tu respiro.

No te distraigas sintiéndote,
más bien, haz que sea tu percepción
la que pueda registrarte,
sea algún pensamiento, alguna sensación.
Pero que nada te atrape, hazte libre respirando.
Lo que entiendas, lo que creas es: ser libre.

Y si te dijera:
de quién más deberías ser libre, es de ti,
de lo que haz creado para atraparte en ti,
para restarte, desconocerte, ignorarte, castigarte.
Deberías saberlo ya: respirando liberas.
¿Porque dónde crees que está
todo lo que te contiene,
te inhibe, te paraliza, te impide?
En alguno de tus circuitos.
Así que respira fluidamente, vaciando todo
y tomando cuanto necesitas,
con entera libertad, a plenitud.

Verás que nada se te aparece
ni sorteas sombras
y tu mente ni escurridiza está.
Está atenta y presente, abierta, espléndida.
Tu mente espléndida.
Tu mente espléndida.
Absoluta y consciente de quién eres,
de lo que haces, de lo que percibes y más,
de lo que necesitas, porque sabe que,
en principio, la necesitas a ella,
así como es, así como está, activa para ti.

Y se complace y te complace,
ni aturde ni estorba, ni perturba ni se abruma.
Y con cada respiro, se expande,
reduce tus temores y se recrea.
Y tú respiras, tan conscientemente, tan en calma
y no controlas nada ni nada te controla,
menos ella.
El respiro te place, te conduce,
te conecta a todo eso que contienes,
que está en quietud y que va haciendo registro
de cada instante, de este estado en que estás,
haciendo lo que Es, haciendo lo que Es.

¿Sabes qué Es? Amándote, resolviendo,
deteniéndote, escuchándote.
Hablándole a tu silencio y que él te hable.
Y expandiéndote en ese, tu vacío consciente,
el que tanto necesitas, en realidad lo único.

Y es aquí, así, cuando puede y sabes llegar a Él,
consciente como estás, necesitando eso
y, lo que es más valioso, proporcionándotelo,
por volunad, por amor.

Existes ahí, respiras ahí,
te sostienes ahí.
Y tu mente espléndida, calma,
por demás agradecida.

Y tú, ¡si te vieras!
Si te vieras, ¿cómo te verías?
En tal estado de quietud y reposo,
deslumbrante, emanando lo que eres,
emanando el amor que eres.

Y te quedas ahí, suspendiendo el respiro,
no necesitando nada, más que eso que eres,
eso que existe en ti, el Todo mismo.
Y permaneces, mínimo respiro,
si te es posible, suspéndelo.

Ni siquiera hay encuentro,
¿con qué? ¿con quién?
Lo que sí, aliento suspendido.
Dime ¿qué hay? Dime ¿qué hay?
La maravilla, la maravilla toda,
la fuerza misma, el anuncio divino,
la propuesta exacta, el resguardo único,
la fe toda, la constante eterna.
Maravilla.

El respiro vuelve a afianzar la estancia,
la que quisiste, la que obtuviste, la que vives,
que tal vez no sea tan maravillosa,
pero es lo que es,
tu vida plena de ti, de tus decisiones,
de tus encuentros, de tus recuerdos,
de todo lo que has hecho, siendo quien eres.
Y, lo que te queda:
¿quién quieres ser? ¿Qué quieres hacer?
¿Después de qué, antes de qué?

Reflexiona y haz que esta quietud
formalice aliento, voluntad, conciencia.
Respira profundo, haciéndote presente,
coincidiendo aquí con lo que necesitas
y estableciendo propósito firme
de ser en ti, de ser libre, hasta de ti.

Respira más, atiende el hoy,
muestra lo que eres ante ti
y ante quien ames.

Respira profundo y agradece, agradécete.

Om Namaha Shivaya