Daniel creció en un hogar cristiano, pero, a pesar de esta formación, enfrentó dificultades y tentaciones del mundo. Durante su adolescencia, se alejó de Dios y experimentó una profunda falta de paz y alegría, algo que solo el Señor puede proporcionar. A pesar de su alejamiento, Daniel nunca fue verdaderamente abandonado por Dios. Él nos comparte: "Recibir las enseñanzas de Dios y las oraciones de mi madre fueron herramientas poderosas que me ayudaron a reconectarme con Dios y a tomar las mejores decisiones para mi vida."