Tras los comicios del domingo, Uruguay se prepara para la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales muy reñidas. Se medirán en un balotaje el 24 de noviembre el candidato oficialista Álvaro Delgado y el de la izquierda Yamandú Orsi.
La centroizquierda y la centro derecha tendrán sus opciones intactas para alzarse con la presidencia uruguaya el próximo 24 de noviembre, luego del pase de la segunda vuelta del candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, y del ex Secretario de la actual presidencia, Álvaro Delgado.
Esta pugna se presenta muy incierta para la mayoría de los expertos del país. “Es un signo de interrogación”, dice a RFI el politólogo Adolfo Garcés, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República de Montevideo.
“En principio, la mayoría de quienes votaron por el partido Colorado, por Cabildo Abierto, por el Partido Independiente, o sea los partidos socios del Partido Nacional durante la presidencia de Lacalle Pou, votarían sin problemas por Álvaro Delgado”, explica y sostiene que Álvaro Delgado puede lograr el apoyo de la mayoría de los votantes de estos partidos.
Pero a esta hora podemos considerar incierto el resultado de la segunda vuelta entre ambos “porque la diferencia entre por un lado el Frente Amplio y por otro todos los demás partidos es de menos del 3% de los votos”, asegura Garcés.
Poco interés por los comicios
Tanto para Álvaro Delgado como para Yamandú Orsi, las principales preocupaciones son “acelerar el crecimiento económico, atender la situación del crimen, mejorar la calidad de los servicios educativos o de atender la pobreza infantil”, pero las soluciones se distinguen de un candidato a otro. “Tampoco estamos hablando de un sistema político polarizado, con posiciones extremas”, dice Garcés.
El experto apunta además que la elección 2024 ha “ha despertado relativamente poco interés, como si nada demasiado relevante estuviera en juego”. Ambos partidos han gobernado en Uruguay y la población sabe “que no hay soluciones mágicas para los problemas”.
El escrutinio en la primera vuelta electoral contó con una participación cercana al 90%, en una contienda que no ha despertado mucho interés entre los ciudadanos a pesar de la pugna tan reñida que mantienen los dos candidatos por la presidencia uruguaya.