‘Si seguimos así, hay peligro de desaparecer’: el coloso industrial alemán tambalea


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Feb 17 2025 9 mins   17

Por primera vez en 20 años, Alemania tuvo dos años consecutivos de crecimiento negativo. Pasando de ser una potencia industrial altamente competitiva a una economía en recesión, el país intenta responder a la pregunta: ¿cómo reformar su modelo?

La empresa de automoción Witte produce partes de plástico para varios modelos de Volkswagen. Ahora están recortando sus gastos. “Ya no tenemos nuestra capacidad completa, tenemos que vivir con la caída de la demanda, podemos reducir los turnos, pero los altos costos fijos por supuesto se mantienen”, afirma su directivo Kersten Janik.

Volkswagen al igual que todos los otros consorcios de automóviles alemanes, sólo produce un 20 % del total de los autos que vende. El resto, un 80 % lo proveen pequeñas y medianas empresas como ésta.

Algunos se quisieron orientar al futuro, como Carsten Baumeister, fabricante de baterías de sal Cenergy, en Brandemburgo, pero debieron aceptar que la competencia era imposible.

“Tratar de competir contra un productor chino, con sus capacidades, con el apoyo financiero estatal que tienen de trasfondo, es hoy en día casi imposible”, dice el empresario.

Volkswagen anunció a fines de 2024 el inminente cierre de tres de sus diez plantas en Alemania y el despido de decenas de miles de empleados.

Poco le sirvió al consorcio alemán tratar de adaptarse al nuevo mercado chino con su prestigio. Las ganancias de Volkswagen cayeron un 20% entre el año 2023 y 2024, principalmente por la baja de la promisoria demanda china. Esa fue la primera gran alarma.

Volkswagen es un espejo de toda la economía de exportación alemana, de la prestigiosa etiqueta Made in Germany, y su sello de identidad: la producción industrial con calidad artesanal.

Fukushima y gas ruso

Hace una década, Alemania ocupaba el sexto lugar entre los países más competitivos del mundo, ahora ocupa el lugar 26. Dos años de crecimiento negativo han creado la primera recesión en Alemania desde hace 20 años y la primera, dicen algunos economistas, no directamente causada por una coyuntura internacional.

El estallido de la planta nuclear de Fukushima en 2011 en Japón provocó enormes protestas en Alemania contra la energía atómica. Desde hacía décadas, el Partido Verde luchaba contra la energía atómica y la protesta de la población empujó al gobierno alemán a cerrar finalmente todos los reactores nucleares.

La energía producida por los reactores fue reemplazada con un gas extraordinariamente barato procedente de Rusia. Muchos le advirtieron al gobierno del peligro de depender de Rusia, pero la tentación de energía barata fue más grande.

Y pasó lo que muchos temían: hace tres años Rusia atacó a Ucrania, el gobierno alemán se vio obligado a no recibir más gas ruso, pero todas las alternativas posibles eran y son aún muchísimo más caras.

El gas aumentó hasta un 200% de precio, la electricidad industrial llegó a ser un 400 % más cara. Para muchos sectores industriales, los precios de la energía son una parte central en sus costos y estos precios los hacen muy poco competitivos.

Somos los únicos en el mundo que hemos abandonado la energía atómica, tenemos los mayores costes de energía eléctrica del planeta, por lo menos en nuestra liga”, explica a RFI uno de los economistas más influyentes de Alemania, Hans Werner Sinn.

“La solución es terminar con esta tontería y volver a los reactores, es lo más rápido, simple y barato que podemos hacer y sabemos cómo se hace”, asegura.

Reformas

“Si seguimos como estamos ahora, el veinte por ciento de las industrias alemanas estará en un gran peligro de desaparecer”, alerta por su parte Siegfried Russwurm, quien fue hasta el año pasado presidente de la Unión de la Industria alemana.

Tenemos costos energéticos enormes, tampoco sabemos cómo evolucionarán, tenemos la mayor maquinaria burocrática que se pueda pensar, un tercio más de impuestos a las empresas que el resto de Europa, pero igual tenemos oportunidades de crecimiento que consideramos poco, por ejemplo, crear más tratados comerciales, que no cuestan nada”, detalla.

Todos parecen estar de acuerdo que Alemania necesita de reformas estructurales, un cambio radical, una nueva agenda que permita salir al país de los viejos problemas que nadie parece haber afrontado directamente en las últimas décadas.

Joe Kaeser fue gerente del consorcio Siemens por muchos años y ahora es uno de los hombres de negocios más reconocidos del país. Para él, hay cinco grandes temas que reformar en Alemania.

“Primer punto: formación, investigación, innovación, incluyendo inteligencia artificial; Segundo, una energía e infraestructura sostenible, asequible y fiable. Tercero, apoyar la economía, que es la fuente para una economía de mercado social y ecológica. Cuarto, el difícil tema de las pensiones. Quinto: una reducción de la burocracia. En nuestro país necesitamos una reforma del estado”, resume.

“Yo comenzaría por el tema de la formación profesional”, apunta Mark Hienzel, economista de la Cámara de la Industria y el Comercio de Alemania. “Por nuestra situación demográfica tenemos pocos jóvenes, entonces menor mano de obra calificada. Eso requiere medidas como permitir migración de gente que pueda trabajar en Alemania. Además, necesitamos calificar a los jóvenes que tenemos en nuestro país”, opina.

Modelo social

Un problema central es: ¿qué tan seria es esta crisis alemana? ¿Es sólo un traspié que puede solucionarse como se ha hecho ya en el pasado o es el fin de un modelo?

“No vamos a volver a tener nuestra antigua fortaleza. Eso ya no es posible por razones simplemente demográficas. Los niños que sacaron adelante este país tienen ahora 60 años y quieren dejar de trabajar pronto. Eso ya terminó, pero antes que se vuelva una catástrofe podemos de alguna manera acomodarnos si lo hacemos razonablemente”, asegura Hans Werner Sinn.

Lo que está en juego es el futuro de una de las grandes invenciones alemanas del siglo pasado, la economía social de mercado. El más probable próximo canciller alemán Friedrich Merz quiere darle al país un giro liberal.

“Soy un liberal en economía, un conservador en cuanto a los valores y una persona comprometida política y socialmente, pero siempre he sido de la opinión de que un estado de bienestar sólo puede gastar lo que una nación económica o una economía nacional es capaz de ganar”, ha dicho.

Mark Hienzel sin embargo cree que el modelo alemán tiene futuro. “El sistema es sostenible y es una condición necesaria para que Alemania continue de crecer. El país tiene dos posibilidades: o recorta los gastos o mejora la productividad. La segunda opción en mejor”, opina.

La economía social de mercado, que ha sido un éxito tan extraordinario para Alemania y que llevó al país de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial a ser la tercera economía del planeta en pocas décadas, está librando sus batallas decisivas en estos días.