Los algoritmos pueden seguir encerrados en sus caja negras, la toma de Troya la haremos desde fuera. Cuando nos hablan del lenguaje del dato nos ponemos en guardia temerosos de que nos sometan a un examen de álgebra booleana. Nada más lejos de la realidad ni tan cercano a la curiosidad. ¿Por qué? Porque la mejor forma de entender los datos es haciéndoles preguntas. ¿Y qué son las preguntas sino un camino de aprendizaje que se emprende desde la curiosidad?