Uno más que a la cierra fue a parar, víctima de esa violencia bipartidista ayudante de sus tierras, querido por unos, odiado por otros, analfabeta que se vio obligado a cambiar sus manos como herramientas y asumir el machete, euforico hijo de la desgracia, sucesor de la misma, Teofilo Rojas, bandolero sin igual.