Un antídoto para el espíritu
Quien practica la filosofía como antídoto de su espíritu, resulta magnánimo, lleno de confianza, invencible y más elevado cuando uno se le acerca.
SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio, 111.2
Un antídoto para el espíritu
Quien practica la filosofía como antídoto de su espíritu, resulta magnánimo, lleno de confianza, invencible y más elevado cuando uno se le acerca.
SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio, 111.2