Se sorprendió de que Biden no haya respondido a su pregunta. El discurso de despedida que dio el miércoles desde el Despacho Oval no es malo, pero ¿Cómo es posible que no aluda a las razones por las que tiene que hacer ese preciso discurso? ¿Quién podrá saber, en un futuro, solamente con ese texto y la carta de la semana pasada, por qué se retiró de la carrera presidencial? La fuerza del sobreentendido es tal, ¡funciona tan bien!, que ni siquiera el periodismo se lo pregunta. No así él, perfecto idiota si se quiere, siempre pendiente del dedo y no de la Luna.
¡Impecable el auto del Tribunal Supremo planteando la cuestión de inconstitucionalidad contra la ley de amnistía! En él se expone de manera cabal todo lo que fue el proceso y la inmoralidad intrínseca del borrado de los delitos a los sediciosos. Y, sobre todo, se asienta esa suerte de rectificación interna que supone llamar a las cosas por su nombre: en efecto, fue un intento de golpe de Estado.
Hace calor, por supuesto que hace calor en su estación favorita –«eres lúbrica y solar como la palabra verano», escribió Félix Grande–, así que, una vez más, observa cómo la Aemet se ha convertido en el heraldo más descacharrante del apocalipsis.
Es tiempo de Juegos Olímpicos, ¡y en París!; tiempo feliz, mal que les pese a los cenizos. París, recordó, aquella ciudad a la que venció la Barcelona gloriosa de Juan Antonio Samaranch.
Antes de irse de vacaciones, comentó con Santos el más reciente burning paper que lo ha estimulado. A la hora de elegir pareja, la gente declara que se fija en unas cosas pero, ¡ajá!, se fija en realidad en otras. Lo que callan: prefieren a los buenos amantes y que huelan bien.
Y fue así que Espada yiró.
Bibliografía:
- Jaume Boix y Arcadi Espada, Samarach. El deporte del poder
- Bill Hansson, Cuestión de olfato
Banda sonora:
- Eran los días señalaítos de Santiago y Santa Ana
- Yira Yira Soundtrack
See omnystudio.com/listener for privacy information.