Es frecuente escuchar a nuestros responsables políticos invocar emociones fundamentales como el amor, el asco o el odio para defender su argumentario. ¿Pero son legítimos los intereses legislativos que se están desarrollando sobre estas ‘pasiones’? ¿Y acaso tienen los estados competencia para legislar sobre ellos?
Javier Moscoso y Diego Garrocho debaten sobre ello.