Mar 19 2025 4 mins 3
En el año 2009, cuando la familia Oseguera Cervantes levantó la mano para ocupar el vacío que dejaba la familia Valencia al frente del Cártel del Milenio, prometió que la nueva criatura que ellos llamarían Cártel Jalisco Nueva Generación cumpliría, con creces, dos misiones fundamentales: llevar el narcotráfico de Tierra Caliente a latitudes nunca antes vistas y contribuir en la erradicación de Los Zetas, que amenazaban con hacer metástasis por todo el país.
Para lograr lo segundo, en un inicio, se hicieron llamar Los Matazetas y prometieron hacer todo lo posible para frenar a los militares desertores. Y todo era to-do. Incluía superar la violencia, el sadismo y la deshumanización de Los Zetas. Ser más sanguinarios que los mismos demonios.
Uno de los crímenes con los confirmación su devoción a la brutalidad ocurrió en 2015 por órdenes de uno de sus primeros capitanes, Heriberto Acevedo Cárdenas, alias “El Gringo”, quien usaba un material nunca antes visto para asesinar a sus rivales: la dinamita.
Para acuñar su fama de despiadado, “El Gringo” ordenó a sus sicarios que secuestraran al hijo de uno de sus enemigos —un niño de unos 10 años— atarle un tubo de dinamita al cuello y obligar a su padre a ver cómo explotaba bajo la copa de un árbol en algún lugar en la frontera entre Jalisco y Michoacán. El país conoció esa atrocidad porque “El Gringo” fue abatido en marzo de 2015 por la policía estatal de Jalisco y en su celular le hallaron los videos que grabó para enviarlos a más enemigos y doblarlos de miedo.
Desde entonces, la crueldad sin arrepentimiento es la bandera del Cártel Jalisco Nueva Generación. Incluso, los liderazgos mayores aprueban que los jefes de plaza cometan actos de violencia irracional con tal de proyectar la imagen de que sus integrantes son sanguinarios a la menor provocación.
Esto permite al CJNG consolidarse como una marca criminal aterradora. El marketing del horror. Una campaña permanente en la que la sola mención de las cuatro letras, o de su líder Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, genere tanto horror que todos se rindan: desde policías y militares que se ponen a su servicio por miedo a ser asesinados hasta empresarios que pagan cada mes el cobro de derecho de piso por temor a desaparecer en uno de sus crematorios ilegales.
Chris Dalby, exdirector de Insight Crime, calificó en su último libro al Cártel Jalisco Nueva Generación como “el más letal de México”. Y reconoce que, incluso en territorios donde los capos jaliscienses no están disputando el territorio contra otros criminales, los de las cuatro letras matan por diversión… como una manera de recordar siempre a la gente que ellos son los más sanguinarios.
Por eso, sorprendió tanto el video publicado la tarde del lunes 17 de marzo en el que una persona que se presenta como integrante del Cártel Jalisco Nueva Generación, acompañado por un escuadrón armado con rifles de alto poder de origen chino e israelí: en un extrañisimo cambio en el discurso, ahora el cártel intenta convencer a la población de que son buenos y que son del pueblo, para el pueblo y protectores del pueblo.
Con un fraseo que recuerda a la retórica militar, y un tono de voz marcial, el orador deslinda al Cártel Jalisco Nueva Generación de las atrocidades cometidas en el Rancho Izaguirre en Teuchitlán e intenta convencer a la población de que el crimen organizado es la razón por la cual hay “paz” en Jalisco, que ellos son los responsables de la baja de homicidios en el estado y —peor aún— que, si quieren, pueden imitar la guerra en Sinaloa en cualquier entidad donde tienen presencia.
El cambió de guion está a la vida: en los tiempos en que el CJNG está clasificado por Estados Unidos como organización terrorista, que “El Menchito” fue sentenciado a cadena perpetua, que “Don Rodo” está preso, que “Tony Montana” está encarcelado en la Unión Americana y que la salud del “Mencho” va en declive, el cártel más terrorífico del país comienza una lenta, pero decidida mutación: ya le sirve ser visto como el villano, sino que ahora busca venderse como el héroe, uno que avala las verdades históricas del gobierno y que tampoco ven con agrado a las madres buscadoras y la presa crítica.
Es el mundo al revés, visto por el crimen organizado: el cártel es honesto, las madres buscadoras mientes, los hornos crematorios no existen y la paz se consigue con rifles Barret 50.
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