El estado de Hidalgo, al norte de la Ciudad de México, acoge un lugar que en el pasado fue un paraíso y que se ha convertido en un verdadero infierno para sus habitantes. Las aguas de la presa y los pozos están completamente contaminadas. Las autoridades lo saben, pero han ignorado a la población durante años, con un resultado dramático: la explosión de enfermedades como el cáncer.