La asesina del 'beso del sueño'


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Mar 27 2025 49 mins  
El llamado "beso del sueño" es una técnica que consiste en administrar una sustancia sedante a una persona sin su conocimiento, con el fin de dejarla inconsciente y cometer delitos como robos o agresiones mientras la víctima está indefensa. En España, este método se hizo tristemente célebre debido a un caso que conmocionó a la opinión pública por su frialdad y letalidad.

Una de las protagonistas más conocidas de este tipo de crímenes fue Verónica Elisabeth P.M., una mujer de origen ecuatoriano que, en el año 2009, fue detenida y posteriormente condenada por emplear esta técnica para ejecutar robos y asesinatos en Madrid.

Según la investigación policial, Verónica frecuentaba discotecas de la capital española, donde entablaba conversación con hombres, generalmente mayores, a quienes seducía o lograba convencer para que la invitaran a sus domicilios. Una vez allí, les ofrecía bebidas adulteradas con fármacos como clonazepam y doxilamina, potentes sedantes utilizados normalmente con fines médicos, pero que en dosis elevadas pueden ser letales.

El 13 de marzo de 2009, conoció a Juan G.R., de 58 años. Después de acompañarlo a su casa, le sirvió una bebida que contenía la mezcla de medicamentos. Juan quedó completamente inconsciente, y poco después falleció como consecuencia de un fallo cardíaco y respiratorio provocado por la sobredosis de sedantes. Verónica aprovechó para sustraer objetos de valor del domicilio antes de marcharse.

Un segundo intento tuvo lugar el 1 de mayo de ese mismo año, cuando la acusada aplicó el mismo procedimiento con Isidoro R.L., de 64 años. Esta vez, la víctima logró sobrevivir gracias a una intervención médica oportuna, aunque sufrió graves consecuencias físicas. También en esta ocasión, la mujer robó varios efectos personales y electrónicos del hogar de la víctima.

El modus operandi de Verónica fue tan meticuloso como repetitivo: seducción, confianza, droga en la bebida, robo y, en algunos casos, la muerte del afectado. Su conocimiento sobre los efectos de los sedantes y su aparente falta de escrúpulos fueron claves en su patrón delictivo.

La detención de Verónica Elisabeth fue posible gracias a la denuncia del segundo superviviente, cuyas declaraciones permitieron a la Policía conectar ambos casos. Las pruebas toxicológicas y el testimonio de testigos en las discotecas que frecuentaba ayudaron a confirmar la implicación de la acusada.

En diciembre de 2010, la Audiencia Provincial de Madrid dictó una sentencia ejemplar: 29 años de prisión por asesinato, tentativa de homicidio y dos delitos de robo con violencia. Además, se le impuso la obligación de indemnizar económicamente a las hijas de Juan G.R. por el daño causado, así como a Isidoro R.L. por las secuelas físicas y psicológicas que sufrió.

El caso de la "asesina del beso del sueño" dejó un fuerte impacto social y provocó que muchos se cuestionaran la seguridad en los entornos nocturnos. Las autoridades hicieron un llamamiento a extremar la precaución, especialmente en situaciones donde se acepta una bebida de alguien recién conocido. Se advirtió también del peligro que suponen los medicamentos mal usados, no solo por sus efectos físicos, sino por su capacidad de manipulación y control cuando caen en manos equivocadas.

Desde entonces, la expresión "beso del sueño" quedó asociada en el imaginario colectivo a una modalidad criminal particularmente peligrosa, que combina engaño, abuso de confianza y violencia química. Un recordatorio de que incluso en los momentos de diversión, hay que actuar con responsabilidad y cautela.

Este suceso no solo marcó un precedente en la jurisprudencia española sobre el uso de fármacos en actos delictivos, sino que también reveló la necesidad de mayor concienciación social respecto al uso indebido de sustancias y a los peligros de bajar la guardia en espacios que, en apariencia, parecen seguros.

El caso de Verónica Elisabeth P.M. es hoy uno de los ejemplos más estremecedores de cómo una técnica aparentemente sencilla como el “beso del sueño” puede convertirse en un arma mortal cuando se combina con frialdad y premeditación. Su historia sigue siendo recordada como una advertencia sobre el poder destructivo del engaño y el abuso de la confianza.