Clara vive en la periferia de Madrid. Es española. Comenzó en la prostitución con 18 años. Ahora tiene treinta y una hija de cinco. Dice que en el trabajo sexual ha conocido grandes personas, muchas de ellas trabajadoras como ella; otras, clientes con los que ha tenido relaciones de larga duración. Su familia conoce su trabajo. Reconoce que les costó aceptarlo, pero ahora que ven que trabaja con control y cabeza lo ven de otra forma.