Hola, por muchos motivos no puedo compartir esta experiencia con nadie conocido y contarlo de forma anónima, es la única forma de liberar esa pequeña culpa que me atribuyo. Me llamo Mari, más bien, un persona en concreto, me lo dice, delante de mi nombre verdadero. Físicamente soy una mujer del montón, tengo 54 años y con hijos, no voy a falsear la verdad. Mido 1,60, a pesar de dar a luz, mantengo la talla 38 y esta persona en varias ocasiones, me ha dicho la famosa frase cuando me he puesto alguna prenda donde se marca.
Tengo el pecho pequeño para mi gusto y me gusta resaltarlo siempre que puedo, aprovechando los escotes y si es necesario, algún sujetador que hace magia. Lo bueno del tamaño, es que a pesar de haber criado, no están caídos, a diferencia de mi culo, que no está tan arriba como antes. Pero con todos mis defectos, todavia me tiran los trastos y no niego que me gusta sentirme alagada, para eso me arreglo. Soy muy coqueta y siempre me ha gustado ir vestida, con trajes o vestidos pomposos. Pero cuando me he tenido que poner ropa ajustada, no he tenido problema.
Desde que me separé y por petición de esta persona, he llegado a ponerme faldas muy cortas o vestidos que, a la vez que cortos, son ajustados, insinuando más de lo normal. No cuento más cosas, para no hacer espóiler, para mucha gente, iré haciendo el ridículo, una señora de 54 años, que piensa que es una chica joven con cuerpazo, para ponerse esa ropa. Pero mientras me guste a mí, o a la persona que va a mi lado, no me importan los demás. También hay que decir que no todo el mundo critica, a muchos le anima la vista y no dudan en decírmelo, disfrazándolo en forma de broma.
Esto último le he podido experimentar desde que me separé porque mi marido era un poco celoso y a un que yo me deje alagar, nunca he buscado nada, ni he llegado más lejos de eso. Por mi parte podía estar celosa, el sí tuvo varias aventuras mientras estuvimos casados y todas las terminé perdonando. Creo que me he enrollado mucho y mi historia comienza en el confinamiento, que por motivos, mis hijos y yo pasamos con mis suegros. Mi marido no había venido por trabajo y le pillaba el confinamiento en nuestra Ciudad. Mis suegros tienen un chalet de dos plantas y hace años habilitaron la de arriba para nosotros.
Siempre he dormido desnuda y si no están mis hijos en casa, no me visto hasta que termino de recoger las cosas, desayunar y me ducho. Pero en casa de mis suegros no voy a ir desnuda y me pongo un pijama de mi marido, que me queda grande, una bata o una camisola, depende de la época. Pero no me pongo ropa interior, hasta que termino de hacer las cosas, para ducharme y vestirme. Alguna vez he estado solo con la bata o la camisola hasta el medido día que he terminado de hacer la comida. Estamos en familia y se supone que nadie se fija de esa manera, pero mi cuñado si se fijaba y al parecer durante muchos años.
Tiene 36 años y siempre me ha gastado bromas, si se marcaban los pezones o con la talla 38, pero nunca le di importancia. Para mí era como mi hermano pequeño, nos conocemos hace muchos años y no le he dado importancia si estaba delante, en alguna conversación con mis cuñadas y se ha enterado que estoy depilada, tomaba anticonceptivos o que duermo desnuda. La segunda semana del confinamiento, me entero que mi marido estaba liado con una y por eso se había quedado en casa. No quería que se enterasen mis hijos, ni mis suegros y como siempre, me desahogaba con mi cuñado que me repetía lo mismo, paciencia.
Mi marido, fue mi única pareja, todo lo aprendí con él y siempre estuve dispuesta, a un que no tuviese ganas, haciendo todo lo que me pidiese. Lo único que no hacía era el anal, ni tragarme el semen. Pero se podía correr en mi boca, en la cara, el pelo o en todo mi cuerpo, nunca le puse pegas. Es verdad que con los años de matrimonio, los hijos y la edad, el sexo pasa a un segundo plano, pero solo era para mí, porque mi marido no paraba. Los días iban pasando y cada vez estaba más enfadad por darle tantas oportunidades y mi cuñado intentaba animarme.
Un día con las bromas de siempre, me tocaba el culo, no una palmada, tocar, tocar. No le dije nada será una cosa puntual, pero poco a poco, los tocamientos eran más constantes y del culo, pasaba a la vagina o los pechos. Me ponía nerviosa y le regañaba, pero no quería decir nada a la familia por no buscar un conflicto, ni que se enfadase conmigo. Hablando un poco seria, le dije que no podía hacer eso, que me sentía como la putilla de la calle. Me dice que me quiere mucho y nunca ha pensado que sea una puta. Un poco más tranquila le dije que yo también le quería y era como un hermano.
Me dejaba sin palabras cuando me dice que lo hace porque le gusto y quiere estar conmigo. Cambié de tema, nada de eso estaba bien y no supe como pararlo, permitiendo que entrase al baño cuando estaba meando o duchándome, incluso al dormitorio mientras me cambiaba. Lo único que pude salvar de su vista era mi vagina, pero no de sus manos, raro era el día que no terminaba con tres o cuatro agarrones, sin contar los del culo o las tetas. Una vez entraba en mi dormitorio mientras me estaba cambiando de ropa, me faltaba por poner la camiseta y no sé el motivo pero en vez de seguir de espaldas, me daba la vuelta hacia él, dejando que me viese los pechos.
Antes de bajarme la camiseta me dice que esperé un momento y obedecí, dejando los pechos a la vista. Mi cuñado llegaba a mi lado y su mano iba directa a un pecho, no dije nada, lo tocaba varios segundos y al soltarlo, quise bajar la camiseta, pero me dice que esperé, que le queda el otro para que no le de envidia. Con una mano en cada uno los estuvo masajeando un rato, diciendo que los tenía muy suabes y que le encantaban. Con el toqueteo los pezones se pusieron duros y mi cuñado hacia una gracia con ellos y su pene. Cogiendo mi mano para que lo tocase por encima del pantalón, enseguida quité la mano, pero sí que lo tenía duro.
En vez de regañarle, le di una palmada en el culo, para reírle la gracia y esperé a que se fuese para salir. Era habitual que estando solos, me tocase lo primero que pillaba, llegando a meter la mano por debajo de la camisola y tocarme la vagina directamente, diciendo lo suabe que la tenía. Estaba muy confundida, por un lado excitada y por el otro me sentía muy mal, dejando que mi cuñado llegase tan lejos. Un día estoy en la cocina agachada, cogiendo una cacerola para hacer la comida y entraba a buscarme. Sin dejar de hablarme, llega por detrás y mete la mano por debajo de la camisola para cogerme el culo. Nene estate quieto que nos van a ver, pero en vez de quitar la mano del culo, la mete más abajo para cogerme la vagina.
De lo nerviosa que me puse no era capaz de hablar, ni de moverme, pero el seguía con la conversación y aprovechar para meter algún dedo en la vagina. Fueron unos segundos pero se me hicieron eternos, en cuanto los sacaba, me puse de pie para regañarle y mientras le estoy regañando, se chupa los dedos y me dice que le encanta como sabe mi coño. Me quedé muda del todo, por fin se apartaba y apoyado en la encimera continuaba la conversación como si no hubiese pasado nada y yo, con los nervios, actuaba de la misma manera.
Un día le pillo haciéndome una foto mientras estaba meando, al regañarle me dice que es para hacerse las pajas. Que cosas tienes, anda borra eso que la vas a liar y no le di más importancia. Otro día salgo de la ducha y le pillo con el teléfono, nene, déjate de tonterías que no quiero líos, la respuesta era la misma, son para las pajillas. Voy al dormitorio y viene detrás, le pedí por favor que saliese, si llegan mis hijos se lía una muy gorda. Me dice que vale, pero que deje la puerta abierta para verme desde el pasillo, me daba igual, mientras no estuviese dentro del dormitorio.
Antes de salir, metía las manos entre la toalla para tocar todo lo que pudo. Me di la vuelta, me puse el tanga y me quitaba la toalla, para ponerme el pantalón, solo me podía ver el culo, que ya lo había visto más veces. Termino de vestirme y mi cuñado estaba en la puerta viendo toda la película y con el móvil en la mano. Le regañaba sin ningún resultado, porque al salir, me agarra del culo y me dice que le gusta cómo me queda el tanga, que se lo tengo que dar para hacerse las pajas.
Me parecía todo tan surrealista, no me imaginaba consintiendo todo eso, pero lo hacía. No me quiero alargar y resumiendo, el tanga desaparece cuando lo dejo para lavar y otros dos también usados en días diferentes. Hablando con mi cuñado le digo que por favor me los devuelva, primero porque no estaba bien y segundo que no se lo dije, porque solo me había llevado 4. Allí tengo algo de ropa, pero no estoy para perder 3 tangas en tres días. Lo único que conseguía era que me cambiase unos por otros, menos el primero, que no me lo devolvió.
Algunos los dejaba donde la ropa sucia y cogía otro, otros en el dormitorio mientras me estaba duchando. De sobra sabía que ese no era el que había llevado y para una vez que se me ocurrió mirar uno, encontraba una macha extra. Me daba tanta vergüenza que no le decía nada, si no se habla, parece que no pasa nada. Con el tiempo y como siempre, perdonaba a mi marido y en cuanto se levantaba el confinamiento regresamos todos a casa. Pensé que todo terminaba con eso, pero cada vez que visitábamos a mis suegros, mi cuñado terminaba metiéndome mano.
El verano fue donde más partido sacaba, aprovechando la piscina y la comodidad del bikini, para tener mejor acceso a todo. Al año siguiente, la cosa estuvo mejor, mi cuñado sentaba la cabeza y alquilaba un piso para irse a vivir con su chica. Tengo que reconocer que tuve algo de celos, pero también descanso. Eso no le impedía que en alguna reunión me buscase para sus líos, me puse muy seria con él y por fin conseguía que me diese un respiro, pidiendo por favor que no se enfadase. A primeros del 23 mi cuñado se dejaba con su pareja y regresaba con sus padres, sin tener que llamarle la atención en ningún momento, por fin, todo estaba controlado.
En septiembre del 23 mi marido me sorprende diciendo que se quiere separar y el mundo se me vino abajo. Mas tarde me enteraba que le había puesto un negocio fuera de la península, a una de las chicas que tenía en otro local y se marchaba a vivir con ella. Creo que es la más joven de las que ha estado, ahora tiene 27 años, a diferencia de mi marido que tiene 62. Mis hijos estudiaban fuera y me quedaba sola, su familia se portaba de maravilla, siempre pendientes de mis hijos y de mí.
Estuve con depresión y me pedí una baja en el trabajo mis cuñadas me llamaban a menudo, igual que mi cuñado, con palabras de ánimo. Mis suegros, los pobres, ya son muy mayores, pero también me llamaron para decirme que podíamos ir a su casa, cuando quisiera y quedarme el tiempo que necesitase. Con mi cuñado me tiraba muchas noches hablando hasta las tantas, agradeciendo que nunca mencionase nada de sexo. Un día me hace una videollamada, era la primera vez que hacia una con él, estaba tumbada en el sofá con un camisón ligero, normal para estar en mi casa y no estaba desnuda porque había salido al patio a recoger la ropa.
Me sentaba y hablamos más de una hora, mi cuñado hizo muchas tonterías para hacerme reír y nos despedimos. Antes de ir a la cama, paso por el baño y en ese momento fui consciente de que el escote era muy pronunciado. No se salían los pechos porque no son tan grandes, pero se transparentaban a través de la tela. No quise darle esa imagen, podía llevar a confusión por su parte y no era eso lo que buscaba. Hicimos más videollamadas y me guardaba de estar más presentable, no me arreglaba, pero no estaba medio desnuda.
Poco a poco iba rehaciendo mi vida, me incorporaba al trabajo y no tardaban los aguilillas en regalarme el oído, para probar suerte. Estaba claro que lo único que buscaban era echarme un polvo, todos están casados. No tenía ganas de tener nada con nadie y siempre que podía, lo sacaba en alguna conversación, para que nadie se llevase a confusiones. Llegaban las navidades y tuve varias comidas, unas con gente del trabajo, otras con amigas solas, y otra con las parejas que solíamos juntarnos. Como todos los años, en la comida del trabajo, se desmadra el personal y no era raro ver a alguien con otro alguien.
Algunos compañeros volvían a probar suerte, pensando que este año sería una presa fácil por estar dolida con la separación y que iba más bebida de la cuenta. Les di largas a todos, pero tengo un compañero que es con el que más confianza tengo, siempre me ha tirado los trastos, sin cortarse en decirme cualquier barbaridad. Nunca le he dicho nada, he reído las gracias y me he ido con el pavo subido, pero nunca iba a pasar de eso, es unos años mayor que mi ex y se jubilaba en enero. Despues de la comida habilitaban una zona del salón para las copas y comenzaba el sálvese quien pueda.
Se hicieron varios grupos, en el mío estaban parte de mis compañeras y mi compañero. Con la segunda copa, nos iba tirando los trastos a las cuatro, no se cortaba de nada. Yo soy la mayor despues de él, las otras chicas no pasan de los 40. Mi compañero aprovechaba que todas le reíamos las gracias, para sacarnos a bailar, restregándose todo lo que pudo con nosotras. Me tocaba el turno y en varios momentos, notaba su mano tocando mi culo, igual que pasaba con mi cuñado, no fui capaz de decirle nada, solo estar pendiente de que nadie nos estuviese viendo.
Sobre las 8 de la tarde me marchaba a mi casa sin que pasase nada mas que irme con el culo bien sobado. Me estaba quitando la ropa y llaman al teléfono, era mi cuñado haciendo una videollamada, pero se cortaba antes de responder. Terminé de hacer las cosas y le devolvía la llamada, le dije que no me había dado tiempo a coger el teléfono porque me estaba cambiando de ropa. Joder, si lo se llamo otra vez, dice mi cuñado. No entendí lo que quería decir y como una tonta le repito que no me había dado tiempo a cogerlo.
Riéndose me aclaraba que por eso tenía que haber insistido y podíamos hacer la videollamada mientras me estaba cambiando, que a el no le importaba. Que pava por mi parte, como hacia tanto tiempo que no me decía nada, se me había olvidado lo cabrito que era. Si hubiese llegado a tiempo, tampoco me había visto mucho, la cara y poco más, no me pongo el móvil a dos metros para hablar. El motivo de la llamada era preguntarme que tal lo había pasado y sin pensar en alguna repercusión, le contaba todo, incluido en plan de broma, lo que había pasado con mi compañero.
Mi cuñado hacia otra gracia, añadiendo que teníamos que quedar para comer y poder disfrutar el también del postre, igual que mi compañero. No le di más importancia al tema, pasamos las navidades con mi hermana, su marido y mis sobrinos, ellos viven fuera, pero son la única familia que me queda. Mantuve el contacto con mi cuñado, le enviaba fotos de los sitios que visitamos, esa Ciudad es muy bonita en Navidades. Despues de reyes mi cuñado me dice que viene a pasar un sábado conmigo, mis hijos ya se habían ido a estudiar y estaba sola otra vez.
Me pareció buena idea, desde septiembre no lo había visto en persona y pasamos el día en un centro comercial muy grande, aprovechando las rebajas. Lo pasamos muy bien y en ningún momento hizo nada fuera de lo normal, me estuve probando ropa y se lo mostraba a mi cuñado para darme su opinión. No me dejo pagar nada y eso que le insistí en pagar al menos las compras, pero me decía que era mi regalo de Reyes. Sobre las diez de la noche me dejaba en la puerta de casa y se marchaba, quise decirle que se quedase a dormir, por supuesto que solo a eso y en la habitación de invitados.
No era la primera vez que había estado en casa, pero nunca conmigo a solas y me daba respeto por si provocaba algo que no quería. Le dije que llamase cuando llegase a su casa, pero me daba remordimiento que fuese solo a esas horas y despues de hacer mis cosas, le llamé. Se sorprendió por la llamada y le dije que de esa manera le iba acompañando en el vieje. Estuvimos hablando hasta que llegaba a su casa, con algún corte por falta de cobertura, pero casi dos horas. Le dije que perdonase por no decirle que se quedase a dormir, estaba pensado en que diría la gente, en vez de que era mi familia.
Mi cuñado le quitaba importancia, pero antes de despedirnos me dice en tono de broma, que no le había dicho de quedarse, porque sabia que le iba a pedir el postre. Tonta de mi le pregunto que postre y me recuerda lo de mi compañero y lo que me dijo él de invitarme a comer. Me quedé un poco sorprendida, no me acordaba del compi, ni que el venir a comer conmigo, implicaba darle el postre. Mas relajada le respondo, anda nene, que tonto eres, ya ni me acordaba de eso. Pero el nene no se quedaba conforme y me dice que la próxima vez, no me libro de comerme entera.
En febrero me iba a vivir donde mis suegros, a la Ciudad, no a su casa. Mis cuñadas se volcaron conmigo y mi cuñado no me dejaba parar, incluyéndome en su grupo de amigos para salir y en el grupo de senderismo. No pegaba nada con ellos para salir y tengo mis amistades allí, para esos casos. Pero algún día me apuntaba con ellos a las cañas y para el senderismo que viene gente de todas las edades. Veo que me sigo enrollando y voy a acortar un poco. En marzo cumplí los años y lo celebré en mi casa, en total nos juntamos10 personas, entre ellas, mi cuñado. Ya he dicho que soy muy coqueta, me puse un vestido de fiesta, cortito y con vuelo.
Lo pase genial, era mi mejor día con diferencia, desde la separación. También disfrutaba mi cuñado, que volvía a las andadas y siempre que me pillaba sola, me metía mano. Al principio por encima del vestido, pero entrando la fiesta, por debajo y con lo poco que tapaba el tanga, notaba su mano recorrer mi culo, de cachete a cachete, pasando los dedos entre la raja. La vagina también se llevaba su parte, pero a través de la poca tela del tanga. Otra cosa que pudo tocar al natural fueron los pechos, aprovechando el escote y que no me puse sujetador, para meter las manos desde atrás y tocarlos con ganas, dejando los pezones bien duros.
Estaba tan agradecida por lo bien que se estaba portando conmigo y un poco bebida, que lejos de regañarle, le decía en tono de broma, nene, que se te van las manos. Una de las veces me abrazaba pegando nuestros cuerpos y me quiso besar en la boca. En ese momento, notaba su pene apretado contra mi cuerpo, y lo tenia igual de duro que mis pezones. Con sutileza esquivaba el beso, pero no pude evitar que me subiese el vestido por la parte de atrás y dejarme con el culo al aire. Lo agarraba con las dos manos y lo estuvo masajeando un buen rato, me puse un poco nerviosa, podía entrar alguien y pillarme con el culo al aire.
Se que mi comportamiento no estaba bien, pero cuando voy al baño y veo el tanga chorreando, me di cuenta de lo que me excitaba con mi cuñado. Con mi marido hacía años que usaba lubricantes y de pronto volvía a lubricar sola. Terminaba la fiesta y nos quedamos mi cuñado y yo, recogiendo, estaba un poco intranquila, por si buscaba algo más. Los dos íbamos bebidos de más y para no engañar a nadie, yo estaba muy animada y no sabía que podía pasar. Entre bromas y algún roce por parte de mi cuñado, recogimos todo sin llegar a nada más. Antes de irse me daba otro regalo y al abrirlo veo un conjunto de ropa interior muy bonito, pero muy picante para no ser mi pareja.
Era blanco y la parte del sujetador con dibujo pero transparente, el tanga era bien escaso de tela. Tenía lo justo para tapar la vagina y mal tapada, el resto del tanga era un hilo. Cuando alguien te regala una cosa de estas, es porque quiere verlo puesto y lo más importante, quitarlo. Le di las gracias y le pregunté como se le había ocurrido comprarme un conjunto y sobre todo de ese tipo. Eso era más para una pareja y para chicas jóvenes, con mejor cuerpo que yo. Me dejaba descolocada cuando me dice que, no somos pareja porque no quiero y que tengo algunos conjuntos parecidos, por ejemplo el que llevaba puesto.
Me quedé cortada, lo único que hice fue decirle anda nene, que cosas tienes, pero mi cuñado no se daba por vencido y me dice que si no le voy a dar la oportunidad de salir conmigo. Medio en broma le daba largas y al final se marchaba dándome dos besos, pero muy cerca de los labios. De nuevo comprobaba en el baño, que estaba empapada y en la cama no dejaba de darle vueltas a la tarde de manoseo que me había dado mi cuñado. Pensaba si tenía mis fotos y era verdad que se hacía pajas viéndolas, también pensaba en todas las cosas que me había dicho alguna vez, que quería hacerme.
Poco a poco mis manos iban a mi vagina y sin saber cómo, comencé a masturbarme, hacía años que no me masturbaba, pero muchos y cuando llegaba al orgasmo, no me podía creer todo el placer que estaba sintiendo. Puse la cama empapada, no sabía si me hice pis o era la corrida, pero desde hacía años, no tenía un orgasmo como ese y lo tuve pensando en mi cuñado y si el estaría haciendo lo mismo conmigo. Pensaba que esto sería más fácil y contar todo en un solo relato, pero no va a ser posible.
Solo terminar diciendo que el viernes llegaban mis hijos y el sábado nos juntamos con mis suegros y toda la familia, para hacer una comida en su casa y celebrar con ellos el cumpleaños. Mi cuñado aprovechaba el primer momento de estar solos, para preguntarme si me quedaba bien el conjunto, mientras me metía mano a las tetas. Viéndole por primera vez de forma sexual, le dije que sí, y añadiendo de forma picara, que tenia buen ojo para las tallas, o buenas manos, para coger las medidas.
Tengo el pecho pequeño para mi gusto y me gusta resaltarlo siempre que puedo, aprovechando los escotes y si es necesario, algún sujetador que hace magia. Lo bueno del tamaño, es que a pesar de haber criado, no están caídos, a diferencia de mi culo, que no está tan arriba como antes. Pero con todos mis defectos, todavia me tiran los trastos y no niego que me gusta sentirme alagada, para eso me arreglo. Soy muy coqueta y siempre me ha gustado ir vestida, con trajes o vestidos pomposos. Pero cuando me he tenido que poner ropa ajustada, no he tenido problema.
Desde que me separé y por petición de esta persona, he llegado a ponerme faldas muy cortas o vestidos que, a la vez que cortos, son ajustados, insinuando más de lo normal. No cuento más cosas, para no hacer espóiler, para mucha gente, iré haciendo el ridículo, una señora de 54 años, que piensa que es una chica joven con cuerpazo, para ponerse esa ropa. Pero mientras me guste a mí, o a la persona que va a mi lado, no me importan los demás. También hay que decir que no todo el mundo critica, a muchos le anima la vista y no dudan en decírmelo, disfrazándolo en forma de broma.
Esto último le he podido experimentar desde que me separé porque mi marido era un poco celoso y a un que yo me deje alagar, nunca he buscado nada, ni he llegado más lejos de eso. Por mi parte podía estar celosa, el sí tuvo varias aventuras mientras estuvimos casados y todas las terminé perdonando. Creo que me he enrollado mucho y mi historia comienza en el confinamiento, que por motivos, mis hijos y yo pasamos con mis suegros. Mi marido no había venido por trabajo y le pillaba el confinamiento en nuestra Ciudad. Mis suegros tienen un chalet de dos plantas y hace años habilitaron la de arriba para nosotros.
Siempre he dormido desnuda y si no están mis hijos en casa, no me visto hasta que termino de recoger las cosas, desayunar y me ducho. Pero en casa de mis suegros no voy a ir desnuda y me pongo un pijama de mi marido, que me queda grande, una bata o una camisola, depende de la época. Pero no me pongo ropa interior, hasta que termino de hacer las cosas, para ducharme y vestirme. Alguna vez he estado solo con la bata o la camisola hasta el medido día que he terminado de hacer la comida. Estamos en familia y se supone que nadie se fija de esa manera, pero mi cuñado si se fijaba y al parecer durante muchos años.
Tiene 36 años y siempre me ha gastado bromas, si se marcaban los pezones o con la talla 38, pero nunca le di importancia. Para mí era como mi hermano pequeño, nos conocemos hace muchos años y no le he dado importancia si estaba delante, en alguna conversación con mis cuñadas y se ha enterado que estoy depilada, tomaba anticonceptivos o que duermo desnuda. La segunda semana del confinamiento, me entero que mi marido estaba liado con una y por eso se había quedado en casa. No quería que se enterasen mis hijos, ni mis suegros y como siempre, me desahogaba con mi cuñado que me repetía lo mismo, paciencia.
Mi marido, fue mi única pareja, todo lo aprendí con él y siempre estuve dispuesta, a un que no tuviese ganas, haciendo todo lo que me pidiese. Lo único que no hacía era el anal, ni tragarme el semen. Pero se podía correr en mi boca, en la cara, el pelo o en todo mi cuerpo, nunca le puse pegas. Es verdad que con los años de matrimonio, los hijos y la edad, el sexo pasa a un segundo plano, pero solo era para mí, porque mi marido no paraba. Los días iban pasando y cada vez estaba más enfadad por darle tantas oportunidades y mi cuñado intentaba animarme.
Un día con las bromas de siempre, me tocaba el culo, no una palmada, tocar, tocar. No le dije nada será una cosa puntual, pero poco a poco, los tocamientos eran más constantes y del culo, pasaba a la vagina o los pechos. Me ponía nerviosa y le regañaba, pero no quería decir nada a la familia por no buscar un conflicto, ni que se enfadase conmigo. Hablando un poco seria, le dije que no podía hacer eso, que me sentía como la putilla de la calle. Me dice que me quiere mucho y nunca ha pensado que sea una puta. Un poco más tranquila le dije que yo también le quería y era como un hermano.
Me dejaba sin palabras cuando me dice que lo hace porque le gusto y quiere estar conmigo. Cambié de tema, nada de eso estaba bien y no supe como pararlo, permitiendo que entrase al baño cuando estaba meando o duchándome, incluso al dormitorio mientras me cambiaba. Lo único que pude salvar de su vista era mi vagina, pero no de sus manos, raro era el día que no terminaba con tres o cuatro agarrones, sin contar los del culo o las tetas. Una vez entraba en mi dormitorio mientras me estaba cambiando de ropa, me faltaba por poner la camiseta y no sé el motivo pero en vez de seguir de espaldas, me daba la vuelta hacia él, dejando que me viese los pechos.
Antes de bajarme la camiseta me dice que esperé un momento y obedecí, dejando los pechos a la vista. Mi cuñado llegaba a mi lado y su mano iba directa a un pecho, no dije nada, lo tocaba varios segundos y al soltarlo, quise bajar la camiseta, pero me dice que esperé, que le queda el otro para que no le de envidia. Con una mano en cada uno los estuvo masajeando un rato, diciendo que los tenía muy suabes y que le encantaban. Con el toqueteo los pezones se pusieron duros y mi cuñado hacia una gracia con ellos y su pene. Cogiendo mi mano para que lo tocase por encima del pantalón, enseguida quité la mano, pero sí que lo tenía duro.
En vez de regañarle, le di una palmada en el culo, para reírle la gracia y esperé a que se fuese para salir. Era habitual que estando solos, me tocase lo primero que pillaba, llegando a meter la mano por debajo de la camisola y tocarme la vagina directamente, diciendo lo suabe que la tenía. Estaba muy confundida, por un lado excitada y por el otro me sentía muy mal, dejando que mi cuñado llegase tan lejos. Un día estoy en la cocina agachada, cogiendo una cacerola para hacer la comida y entraba a buscarme. Sin dejar de hablarme, llega por detrás y mete la mano por debajo de la camisola para cogerme el culo. Nene estate quieto que nos van a ver, pero en vez de quitar la mano del culo, la mete más abajo para cogerme la vagina.
De lo nerviosa que me puse no era capaz de hablar, ni de moverme, pero el seguía con la conversación y aprovechar para meter algún dedo en la vagina. Fueron unos segundos pero se me hicieron eternos, en cuanto los sacaba, me puse de pie para regañarle y mientras le estoy regañando, se chupa los dedos y me dice que le encanta como sabe mi coño. Me quedé muda del todo, por fin se apartaba y apoyado en la encimera continuaba la conversación como si no hubiese pasado nada y yo, con los nervios, actuaba de la misma manera.
Un día le pillo haciéndome una foto mientras estaba meando, al regañarle me dice que es para hacerse las pajas. Que cosas tienes, anda borra eso que la vas a liar y no le di más importancia. Otro día salgo de la ducha y le pillo con el teléfono, nene, déjate de tonterías que no quiero líos, la respuesta era la misma, son para las pajillas. Voy al dormitorio y viene detrás, le pedí por favor que saliese, si llegan mis hijos se lía una muy gorda. Me dice que vale, pero que deje la puerta abierta para verme desde el pasillo, me daba igual, mientras no estuviese dentro del dormitorio.
Antes de salir, metía las manos entre la toalla para tocar todo lo que pudo. Me di la vuelta, me puse el tanga y me quitaba la toalla, para ponerme el pantalón, solo me podía ver el culo, que ya lo había visto más veces. Termino de vestirme y mi cuñado estaba en la puerta viendo toda la película y con el móvil en la mano. Le regañaba sin ningún resultado, porque al salir, me agarra del culo y me dice que le gusta cómo me queda el tanga, que se lo tengo que dar para hacerse las pajas.
Me parecía todo tan surrealista, no me imaginaba consintiendo todo eso, pero lo hacía. No me quiero alargar y resumiendo, el tanga desaparece cuando lo dejo para lavar y otros dos también usados en días diferentes. Hablando con mi cuñado le digo que por favor me los devuelva, primero porque no estaba bien y segundo que no se lo dije, porque solo me había llevado 4. Allí tengo algo de ropa, pero no estoy para perder 3 tangas en tres días. Lo único que conseguía era que me cambiase unos por otros, menos el primero, que no me lo devolvió.
Algunos los dejaba donde la ropa sucia y cogía otro, otros en el dormitorio mientras me estaba duchando. De sobra sabía que ese no era el que había llevado y para una vez que se me ocurrió mirar uno, encontraba una macha extra. Me daba tanta vergüenza que no le decía nada, si no se habla, parece que no pasa nada. Con el tiempo y como siempre, perdonaba a mi marido y en cuanto se levantaba el confinamiento regresamos todos a casa. Pensé que todo terminaba con eso, pero cada vez que visitábamos a mis suegros, mi cuñado terminaba metiéndome mano.
El verano fue donde más partido sacaba, aprovechando la piscina y la comodidad del bikini, para tener mejor acceso a todo. Al año siguiente, la cosa estuvo mejor, mi cuñado sentaba la cabeza y alquilaba un piso para irse a vivir con su chica. Tengo que reconocer que tuve algo de celos, pero también descanso. Eso no le impedía que en alguna reunión me buscase para sus líos, me puse muy seria con él y por fin conseguía que me diese un respiro, pidiendo por favor que no se enfadase. A primeros del 23 mi cuñado se dejaba con su pareja y regresaba con sus padres, sin tener que llamarle la atención en ningún momento, por fin, todo estaba controlado.
En septiembre del 23 mi marido me sorprende diciendo que se quiere separar y el mundo se me vino abajo. Mas tarde me enteraba que le había puesto un negocio fuera de la península, a una de las chicas que tenía en otro local y se marchaba a vivir con ella. Creo que es la más joven de las que ha estado, ahora tiene 27 años, a diferencia de mi marido que tiene 62. Mis hijos estudiaban fuera y me quedaba sola, su familia se portaba de maravilla, siempre pendientes de mis hijos y de mí.
Estuve con depresión y me pedí una baja en el trabajo mis cuñadas me llamaban a menudo, igual que mi cuñado, con palabras de ánimo. Mis suegros, los pobres, ya son muy mayores, pero también me llamaron para decirme que podíamos ir a su casa, cuando quisiera y quedarme el tiempo que necesitase. Con mi cuñado me tiraba muchas noches hablando hasta las tantas, agradeciendo que nunca mencionase nada de sexo. Un día me hace una videollamada, era la primera vez que hacia una con él, estaba tumbada en el sofá con un camisón ligero, normal para estar en mi casa y no estaba desnuda porque había salido al patio a recoger la ropa.
Me sentaba y hablamos más de una hora, mi cuñado hizo muchas tonterías para hacerme reír y nos despedimos. Antes de ir a la cama, paso por el baño y en ese momento fui consciente de que el escote era muy pronunciado. No se salían los pechos porque no son tan grandes, pero se transparentaban a través de la tela. No quise darle esa imagen, podía llevar a confusión por su parte y no era eso lo que buscaba. Hicimos más videollamadas y me guardaba de estar más presentable, no me arreglaba, pero no estaba medio desnuda.
Poco a poco iba rehaciendo mi vida, me incorporaba al trabajo y no tardaban los aguilillas en regalarme el oído, para probar suerte. Estaba claro que lo único que buscaban era echarme un polvo, todos están casados. No tenía ganas de tener nada con nadie y siempre que podía, lo sacaba en alguna conversación, para que nadie se llevase a confusiones. Llegaban las navidades y tuve varias comidas, unas con gente del trabajo, otras con amigas solas, y otra con las parejas que solíamos juntarnos. Como todos los años, en la comida del trabajo, se desmadra el personal y no era raro ver a alguien con otro alguien.
Algunos compañeros volvían a probar suerte, pensando que este año sería una presa fácil por estar dolida con la separación y que iba más bebida de la cuenta. Les di largas a todos, pero tengo un compañero que es con el que más confianza tengo, siempre me ha tirado los trastos, sin cortarse en decirme cualquier barbaridad. Nunca le he dicho nada, he reído las gracias y me he ido con el pavo subido, pero nunca iba a pasar de eso, es unos años mayor que mi ex y se jubilaba en enero. Despues de la comida habilitaban una zona del salón para las copas y comenzaba el sálvese quien pueda.
Se hicieron varios grupos, en el mío estaban parte de mis compañeras y mi compañero. Con la segunda copa, nos iba tirando los trastos a las cuatro, no se cortaba de nada. Yo soy la mayor despues de él, las otras chicas no pasan de los 40. Mi compañero aprovechaba que todas le reíamos las gracias, para sacarnos a bailar, restregándose todo lo que pudo con nosotras. Me tocaba el turno y en varios momentos, notaba su mano tocando mi culo, igual que pasaba con mi cuñado, no fui capaz de decirle nada, solo estar pendiente de que nadie nos estuviese viendo.
Sobre las 8 de la tarde me marchaba a mi casa sin que pasase nada mas que irme con el culo bien sobado. Me estaba quitando la ropa y llaman al teléfono, era mi cuñado haciendo una videollamada, pero se cortaba antes de responder. Terminé de hacer las cosas y le devolvía la llamada, le dije que no me había dado tiempo a coger el teléfono porque me estaba cambiando de ropa. Joder, si lo se llamo otra vez, dice mi cuñado. No entendí lo que quería decir y como una tonta le repito que no me había dado tiempo a cogerlo.
Riéndose me aclaraba que por eso tenía que haber insistido y podíamos hacer la videollamada mientras me estaba cambiando, que a el no le importaba. Que pava por mi parte, como hacia tanto tiempo que no me decía nada, se me había olvidado lo cabrito que era. Si hubiese llegado a tiempo, tampoco me había visto mucho, la cara y poco más, no me pongo el móvil a dos metros para hablar. El motivo de la llamada era preguntarme que tal lo había pasado y sin pensar en alguna repercusión, le contaba todo, incluido en plan de broma, lo que había pasado con mi compañero.
Mi cuñado hacia otra gracia, añadiendo que teníamos que quedar para comer y poder disfrutar el también del postre, igual que mi compañero. No le di más importancia al tema, pasamos las navidades con mi hermana, su marido y mis sobrinos, ellos viven fuera, pero son la única familia que me queda. Mantuve el contacto con mi cuñado, le enviaba fotos de los sitios que visitamos, esa Ciudad es muy bonita en Navidades. Despues de reyes mi cuñado me dice que viene a pasar un sábado conmigo, mis hijos ya se habían ido a estudiar y estaba sola otra vez.
Me pareció buena idea, desde septiembre no lo había visto en persona y pasamos el día en un centro comercial muy grande, aprovechando las rebajas. Lo pasamos muy bien y en ningún momento hizo nada fuera de lo normal, me estuve probando ropa y se lo mostraba a mi cuñado para darme su opinión. No me dejo pagar nada y eso que le insistí en pagar al menos las compras, pero me decía que era mi regalo de Reyes. Sobre las diez de la noche me dejaba en la puerta de casa y se marchaba, quise decirle que se quedase a dormir, por supuesto que solo a eso y en la habitación de invitados.
No era la primera vez que había estado en casa, pero nunca conmigo a solas y me daba respeto por si provocaba algo que no quería. Le dije que llamase cuando llegase a su casa, pero me daba remordimiento que fuese solo a esas horas y despues de hacer mis cosas, le llamé. Se sorprendió por la llamada y le dije que de esa manera le iba acompañando en el vieje. Estuvimos hablando hasta que llegaba a su casa, con algún corte por falta de cobertura, pero casi dos horas. Le dije que perdonase por no decirle que se quedase a dormir, estaba pensado en que diría la gente, en vez de que era mi familia.
Mi cuñado le quitaba importancia, pero antes de despedirnos me dice en tono de broma, que no le había dicho de quedarse, porque sabia que le iba a pedir el postre. Tonta de mi le pregunto que postre y me recuerda lo de mi compañero y lo que me dijo él de invitarme a comer. Me quedé un poco sorprendida, no me acordaba del compi, ni que el venir a comer conmigo, implicaba darle el postre. Mas relajada le respondo, anda nene, que tonto eres, ya ni me acordaba de eso. Pero el nene no se quedaba conforme y me dice que la próxima vez, no me libro de comerme entera.
En febrero me iba a vivir donde mis suegros, a la Ciudad, no a su casa. Mis cuñadas se volcaron conmigo y mi cuñado no me dejaba parar, incluyéndome en su grupo de amigos para salir y en el grupo de senderismo. No pegaba nada con ellos para salir y tengo mis amistades allí, para esos casos. Pero algún día me apuntaba con ellos a las cañas y para el senderismo que viene gente de todas las edades. Veo que me sigo enrollando y voy a acortar un poco. En marzo cumplí los años y lo celebré en mi casa, en total nos juntamos10 personas, entre ellas, mi cuñado. Ya he dicho que soy muy coqueta, me puse un vestido de fiesta, cortito y con vuelo.
Lo pase genial, era mi mejor día con diferencia, desde la separación. También disfrutaba mi cuñado, que volvía a las andadas y siempre que me pillaba sola, me metía mano. Al principio por encima del vestido, pero entrando la fiesta, por debajo y con lo poco que tapaba el tanga, notaba su mano recorrer mi culo, de cachete a cachete, pasando los dedos entre la raja. La vagina también se llevaba su parte, pero a través de la poca tela del tanga. Otra cosa que pudo tocar al natural fueron los pechos, aprovechando el escote y que no me puse sujetador, para meter las manos desde atrás y tocarlos con ganas, dejando los pezones bien duros.
Estaba tan agradecida por lo bien que se estaba portando conmigo y un poco bebida, que lejos de regañarle, le decía en tono de broma, nene, que se te van las manos. Una de las veces me abrazaba pegando nuestros cuerpos y me quiso besar en la boca. En ese momento, notaba su pene apretado contra mi cuerpo, y lo tenia igual de duro que mis pezones. Con sutileza esquivaba el beso, pero no pude evitar que me subiese el vestido por la parte de atrás y dejarme con el culo al aire. Lo agarraba con las dos manos y lo estuvo masajeando un buen rato, me puse un poco nerviosa, podía entrar alguien y pillarme con el culo al aire.
Se que mi comportamiento no estaba bien, pero cuando voy al baño y veo el tanga chorreando, me di cuenta de lo que me excitaba con mi cuñado. Con mi marido hacía años que usaba lubricantes y de pronto volvía a lubricar sola. Terminaba la fiesta y nos quedamos mi cuñado y yo, recogiendo, estaba un poco intranquila, por si buscaba algo más. Los dos íbamos bebidos de más y para no engañar a nadie, yo estaba muy animada y no sabía que podía pasar. Entre bromas y algún roce por parte de mi cuñado, recogimos todo sin llegar a nada más. Antes de irse me daba otro regalo y al abrirlo veo un conjunto de ropa interior muy bonito, pero muy picante para no ser mi pareja.
Era blanco y la parte del sujetador con dibujo pero transparente, el tanga era bien escaso de tela. Tenía lo justo para tapar la vagina y mal tapada, el resto del tanga era un hilo. Cuando alguien te regala una cosa de estas, es porque quiere verlo puesto y lo más importante, quitarlo. Le di las gracias y le pregunté como se le había ocurrido comprarme un conjunto y sobre todo de ese tipo. Eso era más para una pareja y para chicas jóvenes, con mejor cuerpo que yo. Me dejaba descolocada cuando me dice que, no somos pareja porque no quiero y que tengo algunos conjuntos parecidos, por ejemplo el que llevaba puesto.
Me quedé cortada, lo único que hice fue decirle anda nene, que cosas tienes, pero mi cuñado no se daba por vencido y me dice que si no le voy a dar la oportunidad de salir conmigo. Medio en broma le daba largas y al final se marchaba dándome dos besos, pero muy cerca de los labios. De nuevo comprobaba en el baño, que estaba empapada y en la cama no dejaba de darle vueltas a la tarde de manoseo que me había dado mi cuñado. Pensaba si tenía mis fotos y era verdad que se hacía pajas viéndolas, también pensaba en todas las cosas que me había dicho alguna vez, que quería hacerme.
Poco a poco mis manos iban a mi vagina y sin saber cómo, comencé a masturbarme, hacía años que no me masturbaba, pero muchos y cuando llegaba al orgasmo, no me podía creer todo el placer que estaba sintiendo. Puse la cama empapada, no sabía si me hice pis o era la corrida, pero desde hacía años, no tenía un orgasmo como ese y lo tuve pensando en mi cuñado y si el estaría haciendo lo mismo conmigo. Pensaba que esto sería más fácil y contar todo en un solo relato, pero no va a ser posible.
Solo terminar diciendo que el viernes llegaban mis hijos y el sábado nos juntamos con mis suegros y toda la familia, para hacer una comida en su casa y celebrar con ellos el cumpleaños. Mi cuñado aprovechaba el primer momento de estar solos, para preguntarme si me quedaba bien el conjunto, mientras me metía mano a las tetas. Viéndole por primera vez de forma sexual, le dije que sí, y añadiendo de forma picara, que tenia buen ojo para las tallas, o buenas manos, para coger las medidas.