Hace unos días, Shlomo Ben Ami vino a Madrid, a invitación de la Universidad de Comillas, para impartir una conferencia sobre el proceso de paz en Palestina. Te preguntarás de qué paz estamos hablando, si salen noticias de muertos y heridos cada semana desde hace no se sabe cuánto. Pero hubo unos años donde los sueños de convivencia y armonía fueron posibles. Ben Ami lo sabe bien porque estuvo cerca de propiciarlos. Y nos lo contó a todos los que estuvimos allí dispuestos a escuchar.
La invitación a Ben Ami fue muy apropiada. Justo cuando se cumplen 30 años de los acuerdos de Oslo, la consumación de la conferencia de paz celebrada dos años antes en Madrid, donde residía como embajador de Israel en nuestro país. Luego, en el 2000, participó en la Cumbre de Camp David, en la que Bill Clinton medió en las negociaciones entre el israelí Ehud Barak y el palestino Yasser Arafat para resolver décadas de conflicto.
La paz era imposible, nos contó Ben Ami, porque Yasser Arafat no la deseaba. Lo único que deseaba era Jerusalén, y eso era imposible. Arafat, continuó, era un narcisista que no estaba dispuesto a pagar el precio de la paz ante su pueblo. Y a juicio de Ben Ami, los palestinos perdieron una oportunidad histórica por su culpa, porque Arafat prefirió ser una estrella internacional que el presidente de un Estado de 3.000 kilómetros cuadrados ubicado entre dos potencias hostiles.
La conferencia fue riquísima en matices. Muchas historias que compartió con nosotros aparecen en su libro Profetas sin honor. Pero estoy aquí para contaros algo más que sus recuerdos de un pedazo de la historia. A la conclusión de su conferencia, me reservó unos minutos que aproveche para pedirle opinión sobre la invasión de Ucrania, las alianzas de Israel con el mundo árabe y el riesgo de un choque con Irán.
Ben Ami me contó, entre tanto, cómo ha cambiado el mundo desde que Israel decidió cambiar de estrategia: desde que pasó de buscar la paz con el mundo árabe a través de Palestina a hacer la paz con el mundo árabe sin contar con Palestina.
La invitación a Ben Ami fue muy apropiada. Justo cuando se cumplen 30 años de los acuerdos de Oslo, la consumación de la conferencia de paz celebrada dos años antes en Madrid, donde residía como embajador de Israel en nuestro país. Luego, en el 2000, participó en la Cumbre de Camp David, en la que Bill Clinton medió en las negociaciones entre el israelí Ehud Barak y el palestino Yasser Arafat para resolver décadas de conflicto.
La paz era imposible, nos contó Ben Ami, porque Yasser Arafat no la deseaba. Lo único que deseaba era Jerusalén, y eso era imposible. Arafat, continuó, era un narcisista que no estaba dispuesto a pagar el precio de la paz ante su pueblo. Y a juicio de Ben Ami, los palestinos perdieron una oportunidad histórica por su culpa, porque Arafat prefirió ser una estrella internacional que el presidente de un Estado de 3.000 kilómetros cuadrados ubicado entre dos potencias hostiles.
La conferencia fue riquísima en matices. Muchas historias que compartió con nosotros aparecen en su libro Profetas sin honor. Pero estoy aquí para contaros algo más que sus recuerdos de un pedazo de la historia. A la conclusión de su conferencia, me reservó unos minutos que aproveche para pedirle opinión sobre la invasión de Ucrania, las alianzas de Israel con el mundo árabe y el riesgo de un choque con Irán.
Ben Ami me contó, entre tanto, cómo ha cambiado el mundo desde que Israel decidió cambiar de estrategia: desde que pasó de buscar la paz con el mundo árabe a través de Palestina a hacer la paz con el mundo árabe sin contar con Palestina.