La madre de Frankenstein (Almudena Grandes)


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Feb 23 2022 36 mins   1
“Lo malo es que tenga la vista tan débil, porque no le veo bien la cara, pero conservo mi cerebro privilegiado, superior, y he activado todas mis potencias. Se lo expliqué muchas veces a los médicos al llegar aquí y no me hicieron caso. Mi corazón, mis caderas, mis pechos, mis nalgas son de mujer, pero el cerebro, el cuello, los brazos, las piernas y la clavícula son completamente viriles. Si no se lo creen, que me hagan la autopsia cuando muera y ya lo verán. No conseguí transmitirle esta facultad a Hilde, ella era mujer de los pies a la cabeza, por eso se perdió”.

Fragmento de ‘La madre de Frankenstein – Almudena Grandes -

Almudena Grandes Hernández nació en Madrid el 7 de mayo de 1.960. Estudió Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, trabajó en el sector editorial como redactora y correctora y coordinó una colección de guías turístico-culturales. Colaboró habitualmente en prensa, principalmente en El País, y participa como tertuliana en algunos programas de la Cadena Ser. Intervino en varios libros colectivos, como “Libro negro de Madrid” (1.994), “Madres e hijas” (1.996) y “Erase una vez la paz”, del mismo año, y estuvo comprometida con diferentes colectivos: desde 1.998 fue miembro del Comité Asesor del Legado Andalusí y, en numerosas ocasiones manifestó su apoyo a Izquierda Unida. Su primera novela, “Las edades de Lulú” de 1.989, obtiene un gran éxito de crítica y público y es traducida a más de veinte idiomas. Obtiene con ella el Premio Sonrisa Vertical de novela erótica y es llevada al cine por el director Bigas Luna en 1.990. Su siguiente novela, “Malena tiene nombre de tango” de 1.994, es adaptada al cine por Gerardo Herrero en 1.996. Después de esta obra Almudena Grandes publica varias novelas protagonizada por mujeres, como “Atlas de geografía humana” (1.998), o “Los aires difíciles” de 2002, llevada también al cine por Gerardo Herrero en 2006. En 2007 publica “El corazón helado” que gana al año siguiente el Premio José Manuel Lara y el del Gremio de Libreros de Madrid.

En 1.997 es la primera mujer que recibe el Premio Rossone d´Oro, que antes habían obtenido escritores de la talla de Alberto Moravia o Ernesto Sábato. Vive a caballo entre Granada y Madrid, participa en encuentros literarios, y se reivindica como heredera de la gran novelística del siglo XIX, especialmente del realismo francés y de la narrativa de Benito Pérez Galdós. Gran parte de su obra está ambientada en los años finales del pasado siglo, aunque también le interesa la época de la Guerra Civil Española: “El corazón helado”, de 2007, presenta el establecimiento de varias dinámicas de poder de la España contemporánea. Esa mirada al pasado se sistematiza a partir de “Inés y la Alegría” (2010), que da comienzo a una serie centrada en el conflicto bélico denominada <<Episodios de una guerra interminable>> y continuada con “El lector de Julio Verne” de 2012, “Las tres bodas de Manolita” (2013) y “Los pacientes del doctor García” de 2017. La quinta entrega de la serie, “La madre de Frankenstein” de 2020, está ubicada en la década de los cincuenta. Entre otros reconocimientos, la autora recibió el Premio Nacional de Narrativa en 2018, El Premio Jean Monet en 2020 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2021. Almudena Grandes falleció en su ciudad natal el 27 de noviembre de 2021, víctima de un cáncer, a los 61 años.

“La madre de Frankenstein” se desarrolla en los años cincuenta del pasado siglo. Un joven psiquiatra, Germán Velázquez, regresa a España para comenzar a trabajar en el psiquiátrico de mujeres ubicado al sur de Madrid. La Guerra Civil le obligó, como a tantos otros, al exilio en 1.939, cuando se instaló en Suiza y vivió allí durante quince años, en cada del doctor Goldstein donde él y su familia le brindaron su hogar generosamente. Cuando Germán llega a Ciempozuelos, lugar donde se encuentra el psiquiátrico, tiene un encuentro con Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer que cometió un asesinato, es maníaca obsesiva y extremadamente inteligente. Esta mujer le había fascinado desde que tenía trece años. A su llegada también conoce a una joven que trabaja como ayudante de enfermería, María Castejón, quién conoce a doña Aurora ya que fue esta la que le enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. A través de la obra vamos a conocer sobre el origen humilde de María, que es nieta del jardinero de la institución. También conoceremos sobre sus años de criada en Madrid, su historia de amor y, a la par los motivos por los que Germán ha retornado a España después de tanto tiempo. Germán Velázquez se siente fascinado por María, pero esta lo rechaza y él no comprende la razón, pero toda esta situación le hace sospechar que la vida de María se encuentra llena de secretos. Germán y María son tan parecidos y cercanos, que juntos quieren huir de su pasado pero, a pesar de todo, ellos quieren darse una oportunidad, sin embargo sus vidas transcurren en un país humillado, socialmente marcado, en donde los pecados se convierten en delitos y donde la falsa moral oficial es cómplice silenciosa de todo tipo de abusos y atropellos.

En “La madre de Frankenstein” se mezclan personajes reales con personajes ficticios que terminan contándonos una apasionante historia de amor, de verdades y de injusticias. El personaje de Germán Velázquez está inspirado en Carlos Castilla del Pino, un psiquiatra y escritor español. La razón por la que Germán retorna a España después de quince años de exilio es su interés por trabajar en un reclusorio de mujeres con problemas de demencia, y la razón por la que tuvo que marcharse de España es porque su padre estuvo muy involucrado con la Segunda República, y tuvo que enviar a su hijo al extranjero ya que, después de la Guerra Civil, la dictadura franquista iba a tomar represalias. A su regreso su intención es poner en práctica un tratamiento para las pacientes que sufren esquizofrenia. Así, al llegar al manicomio para realizar su trabajo reconoce a una paciente de su padre, doña Aurora. Siendo todavía un niño fue testigo de la confesión de doña Aurora de haber asesinado a su propia hija. Desde ese momento se apasiona por la vida de esa mujer y estudia y busca la manera de comprender la terrible enfermedad que la aqueja, al tiempo que siente compasión por ella y quiere hacer su vida un poco más llevadera. Por otro lado el personaje de María Castejón, por la que Germán se siente fascinado, retrata la situación social de la España de esa época. Desde niña su vida ha transcurrido en el sanatorio y por ende está unida a la vida de doña Aurora, de quién conoceremos sobre los últimos años de su vida. Como hemos dicho la historia se desarrolla en la década de los años cincuenta, y es alimentada con personajes reales que estaban en el sanatorio como pacientes y, sin embargo, paradójicamente son quienes llevan las riendas del relato.

María es la nieta del jardinero del psiquiátrico, y su infancia transcurrió en ese lugar. Se ha convertido en auxiliar de enfermería, y allí se siente muy agradecida a doña Aurora, ya que fue ella la que le enseñó a leer y a escribir, siendo todavía una niña de cinco años. Es ella la que se encarga del cuidado de Aurora, a quién entretiene leyéndole libros porque la paciente ya está casi ciega y sin esperanza alguna, al tiempo que intenta hacer que su tiempo en el sanatorio sea más amable. La habitación de doña Aurora era un mundo diferente para María. A través de ella conoceremos mucho de lo que sucedía y lo que tenían que soportar las mujeres jóvenes en la época del régimen franquista, donde los hombres con poder o cercanos a este se consideraban con derecho a todo. Aurora Rodríguez es otro de los personajes principales de la novela y la que da forma a la historia y desde donde se estructura esta, y nos cuentan, al mismo tiempo, la vida de cada uno de los personajes, que nos permiten conocer parte de la historia de España en esa época oscura de la dictadura. Doña Aurora Rodríguez Carballeira es un personaje de la vida real, que inspiró a Almudena Grandes a contar como era la vida dentro de los recintos psiquiátricos. Era una mujer muy inteligente y furiosamente feminista para la época, y lamentablemente fue víctima de una enfermedad mental, que en realidad son varias a la vez. Sufría de delirios de grandeza, paranoia y delirios de persecución: en suma una paciente esquizofrénica. Siempre estuvo convencida de que había nacido para hacer del mundo algo mejor, lo cual lograría a través de su descendencia, es decir de su hija Hildegart. Pero como era de esperar su hija llega a una edad en la que desea ser independiente, se siente atraída por un diputado del Partido Socialista en el que militaba y tal como el artista al que no le gusta la escultura que está moldeando, decide acabar con su creación. Aún con una mente perturbada ella mantiene su creencia del objeto por el que vino al mundo; mientras permanece en el sanatorio elabora muñecos de tela a los que intenta darles vida. Tras lo sucedido y su condición mental fue abandonada, pero ella continúa su existencia y se expresa con la música (es una excelente pianista), y jamás se arrepentirá de lo que hizo.

“La madre de Frankenstein” se enriquece con otros personajes, más secundarios, que nutren la historia para darle más realismo, debido a que la mayoría de ellos son personajes de la vida real que formaron parte de la historia de España. Antonio Vallejo Nájera en uno de ellos. Este hombre creía y defendía la <<eugenesia>>, práctica que implica la eliminación, sin importar el método, de aquellos individuos considerados genéticamente defectuosos o simplemente con los que no cumplen con ciertas características o cualidades prefijadas. Dicho “científico” fue también el creador del famoso <<gen rojo>>, teoría que consideraba que todos aquellos seguidores de los ideales de izquierda o marxistas poseían un gen nocivo, el cual había que extirpar. Este señor era en la época donde transcurre la obra, el director del manicomio de Cienpozuelos. Otro de los personajes reales que encontramos en la novela es Juan José López Ibor, un eminente psiquiatra español de la época del régimen, conocido por el tratamiento basado en electroshoks y lobotomías para curar la “enfermedad” de la homosexualidad. Estos dos hombres, Vallejo Nájera y López Ibor, se odiaban mutuamente, sin embargo, lograban compartir acuerdos en los que marginaban a los profesionales que disentían de sus teorías y prácticas, entre los que se encontraba Carlos Castilla del Pino, el psiquiatra español que inspiró a Almudena Grandes para crear al personaje de Germán.
La Iglesia Católica también formó parte del horror de la época, como consta en “La madre de Frankenstein”. Nombra, por ejemplo, a Eijo Garay, personaje real, Obispo de Madrid-Alcalá, Patriarca de las Indias Occidentales y Consejero Nacional de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, conocidas popularmente como las FET y las Jons, partido único de la dictadura. A través de este personaje se nos muestra la íntima relación entre la Iglesia y el régimen, inseparables, junto al Ejercito, en la situación de poder absoluto del franquismo. La hermana Belén es otro de los personajes ficticios del manicomio. Es la Superiora de la institución y, a pesar de ser la representante de la autoridad católica en esta, es cómplice del doctor en varias ocasiones. Otro de los protagonistas imaginado en la novela es el padre Armenteros, quién funda los <<Cursillos de Cristiandad>>, retiros espirituales que existieron en realidad.
Aún cuando todo lo que se nos cuenta en la novela, nos permite reconocer una sociedad externa, la historia siempre nos lleva puertas adentro del lugar. Era una época en que las mujeres no tenían derechos, y menos todavía si tenían alguna enfermedad mental. Eran simplemente aisladas y recluidas en estos lugares al margen de todo. En “La madre de Frankenstein” reconocemos una sociedad profundamente clasista, medrosa y rancia, y también del control que ejercía la dictadura franquista, donde las mujeres tenían todas las de perder ya que el poder lo permitía todo.
Almudena Grandes siempre decía lo que pensaba. Allá donde iba, y en lo que escribía, proclamaba su filiación de izquierdas y su vocación profundamente democrática, esa que le hacía defender desde esa posición personal la obra de encaje de la transición política, en la que habían participado comunistas como ella, y que valoraba como una gran obra social, no solo política, puesto que fue protagonizada por todo un pueblo. En “La madre de Frankenstein”, un Madrid de posguerra y una tragedia personal, Almudena Grandes nos muestra un formidable friso de corrupción ligada a prácticas médicas con connivencias clericales, pero también un homenaje implícito a psiquiatras que, como Carlos Castilla del Pino, aquí en la figura de Germán Velázquez, comenzaban una lucha por modernizar la sociedad, camino a un cambio, aún tímido, que parecía anunciarse en esta última novela de una autora aliada con los lectores de toda una generación.