Reconquistar internet. Contrahistoria digital vs. la internacional del odio


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Oct 31 2024 62 mins   4
Volveremos a las redes. La reconquista de la vida y la política digital

Hemos creado el mundo digital tres veces. Hicimos funcionar internet en la última parte del siglo XX. Lo llenamos de mundos otros y espacios colaborativos en el cambio de siglo. Y lo dispusimos como una máquina política formidable en las primeras décadas del XXI: conectamos, creamos, transformamos.

La nostalgia puede ser añoranza del futuro que pudo ser. Ni la venganza en diferido de quien auguraba que toda innovación era inútil, ni la medalla de quien tuiteó delante de los grises, desgastada ya en sus efectos. Hablamos con Marta G. Franco, autora de Las redes son nuestras. Una historia popular de internet (y un mapa para volver a habitarla), ed. Consonni, 2024, sobre esas tres creaciones y esas tres derrotas de internet: de las redes colaborativas al monopolio de las infraestructuras, del multiverso digital a las big tech, de la autocomunicación de masas libre de escala a la hegemonía de la internacional del odio. Pero, como dice Francco, esa historia es una fuente de conocimiento y de amor para las nuevas rupturas: “Repasar esta historia de victorias ‒porque si nos robaron y perdimos tres veces es porque un rato antes, tres veces, íbamos ganando‒ no es un ejercicio de nostalgia impotente, es una herramienta para recordar que se puede ganar. Que internet puede ser un territorio donde aprender, colaborar y avanzar hacia algo que se parezca mucho más al mundo en el que nos gustaría vivir” (p. 13).

Para ello existe un doble obstáculo que la obra busca superar. Un problema, primero, de memoria. En tanto se ha perdido ese hilo de nuestra historia instituyente en lo digital (diversa en los cuerpos y culturas que la han protagonizado), parecemos poca cosa, y una cosa pasiva en todo caso, frente a los chicos listos de Silicon Valley. Así, como gente a la que internet le ha pasado en lugar de la gente que lo ha hecho, nada sustancioso podemos conocer y mucho menos decidir sobre su funcionamiento.

A este obstáculo cognitivo se le suma el político. No se valora de forma suficiente lo que se ha perdido o lo que nos jugamos. La esfera digital no es un añadido a la realidad donde matar la espera y los trayectos en bus. Es un espacio político y de politización predominante. Es el medio de transmisión del bulo de las represas y un espacio conversacional que ya no tiene sustituto. La forja de las subjetividades que postceden al neoliberalismo. Es decir, un asunto basal de la democracia que no se agota en la toxicidad de tal o cual red social y del que no hay una desconexión productiva posible.

Es cierto que, frente a esos obstáculos, Marta G. Franco expone un programa de reformas profundo y levanta acta del malestar digital: un clima de desafección, deterioro de la atención, depreciación de sus mecanismos de captura, deserciones y colapso de la esfera social digital aquí y allá que coincide con una aceleración en la inauguración y recreación de mundos que podría ser la cuarta victoria en internet. Los medios para ésta son desiguales, pero la partida continúa y hay sitio para que entréis.