La salud mental es un componente esencial para el bienestar integral de las personas y el correcto funcionamiento de las sociedades. Según la Organización Mundial de la Salud, estar en un buen estado de salud mental implica poder afrontar los retos cotidianos, trabajar de forma productiva y contribuir activamente a la comunidad. Sin embargo, en las últimas décadas, los trastornos como la depresión y la ansiedad han mostrado un preocupante aumento en su prevalencia, afectando a millones de personas en todo el mundo.
En este contexto, el consumo de antidepresivos se ha incrementado significativamente, convirtiéndose en una herramienta clave para el tratamiento de estas condiciones. Factores como el creciente reconocimiento de los problemas de salud mental, los efectos prolongados de la pandemia de COVID-19 y los cambios sociales y económicos han contribuido a esta tendencia. Aunque el uso de antidepresivos puede ser crucial para mejorar la calidad de vida de quienes los necesitan, también plantea interrogantes sobre la dependencia de la medicación, el acceso a terapias alternativas y el impacto en los sistemas de salud pública. Con Ana Vannesa Moreno
En este contexto, el consumo de antidepresivos se ha incrementado significativamente, convirtiéndose en una herramienta clave para el tratamiento de estas condiciones. Factores como el creciente reconocimiento de los problemas de salud mental, los efectos prolongados de la pandemia de COVID-19 y los cambios sociales y económicos han contribuido a esta tendencia. Aunque el uso de antidepresivos puede ser crucial para mejorar la calidad de vida de quienes los necesitan, también plantea interrogantes sobre la dependencia de la medicación, el acceso a terapias alternativas y el impacto en los sistemas de salud pública. Con Ana Vannesa Moreno