Vemos con interés y hasta emoción los viajes de los animales no humanos. Pero cuando son individuos de nuestra propia especie los que cambian de lugar, nos preocupamos y ponemos todo tipo de obstáculos y barreras. Barreras físicas, jurídicas, económicas, y sociales que complican una situación de por si ya difícil, la de abandonar tu lugar de origen. Más vale que vayamos eliminando obstáculos y allanando el camino de nuestros congéneres migrantes porque con la degradación ambiental y especialmente con la crisis climática, estos movimientos no van sino a crecer en los próximos años.