Estamos despidiendo (casi) el "Año Bruckner": hoy revisamos su Séptima Sinfonía, la más famosa en su tiempo y quizá actualmente (que compite incluso con Schoenberg en su 150 aniversario), y que daremos completa en dos súper-programas,
Su inicio le fue revelado en un sueño, según él mismo contó, tal vez desde los reinos infinitos... Y el tema inicial parece que expande su fascinación por todo el primer movimiento, junto con otro tema de Gesangperiode ("período de canciones"). Bruckner transfigura sus temas como si fuesen entidades supra-terrenales, los invierte (técnicamente y psicológicamente), y crea las famosas "entidades-sombra", representando algo así como "gritos del cosmos" a veces.
El segundo movimiento es un presentimiento fúnebre por su idolatrado Wagner en 1882, un año antes de morir el ídolo: pero ese lado oscuro dialoga permanentemente con una atmósfera de exultación, de gran serenidad casi sobrehumana, en que triunfa un verso que luego incluirá en su Te Deum: "Non confundar in aeternum" ("No me veré confundido en la eternidad"), todo apuntando a la idea de Erlösung o Redención, y las visiones de una tierra paradisíaca. Felices canciones de un cosmos que tiene alma, queridas y queridos.