En Aldaia, Valencia, una de las localidades más afectadas por la dana, Emilio, su mujer y su perro guía bajaron a la calle la tarde del 29 de octubre para el último paseo de Dilma. Por la acera corría un poco de agua y se subieron rápido a su casa en un tercer piso. Empezó a subir el caudal y aquello fue brutal. Desde la ventana, Emilio relata cómo el ruido estremecedor de la riada te sobrecoge. Luego solo queda el olor a lodo, suciedad y gasolina.