Roma estaba amenazada con su destrucción, reclamó por un líder excepcional, y Cincinato respondió. Siglo V a.C., este humilde agricultor, alejado de las intrigas del poder, se encontraba arando el campo cuando llegaron los mensajeros del Senado. Roma estaba al borde del colapso: los ecuos habían cercado al ejército en las colinas y amenazaban gravemente la ciudad. En solo 16 días, Cincinato reunió tropas, liberó a los sitiados, venció al enemigo y, para sorpresa de todos, renunció al poder para volver a labrar sus campos. Lo cuenta el historiador griego Dionisio de Halicarnaso, en su “Historia antigua de Roma”, en el I aC.
Pero no fue su única hazaña. Años después, ya con 80 años, fue llamado nuevamente para salvar la República, esta vez de Espurio Melio un multimillonario que preparaba un golpe de estado. Una vez más, Cincinato resolvió la amenaza y, fiel a sus principios, dejó el poder para regresar a labrar el campo y a su vida sencilla. En su renuncia encontramos un mensaje que resuena hasta hoy: no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país.
Cincinato no solo salvó a Roma, sino que se convirtió en símbolo del liderazgo humilde. Inspiró a figuras como George Washington, que fue comparado con él por su servicio a la República y su renuncia al poder. En una época donde muchos líderes buscan perpetuarse, Cincinato nos recuerda que el poder es un medio al servicio de la sociedad, nunca un fin.
Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual: "Fields of Gold" de Sting; "Hymn to the Fallen" de John Williams, de la película Salvar al soldado Ryan y "Wild Mountain Thyme" de The Corries