Mar 05 2025 4 mins 1
Este sábado por la tarde, entre la calma del fin de semana, una noticia irrumpió en la agenda nacional: al exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles, quien soñó con ser el candidato presidencial de la oposición este 2018, le giraron una orden de aprehensión.
Y no por cualquier delito: el perredista es buscado por delincuencia organizada y lavado de dinero, los mismos cargos que persiguen a cuatro funcionarios de su administración estatal entre 2015 y 2021.
Millones se sorprendieron con la noticia, especialmente los michoacanos. Excepto uno, quien ya esperaba que Silvano Aureoles, más temprano que tarde, tuviera un pie en la cárcel: el sacerdote Gregorio López, mejor conocido como “Padre Goyo”.
“Se estaban tardando”, me dice el “Padre Goyo” por teléfono. “Silvano Aureoles se pasó de la raya: desfalcó al estado, se hizo millonario con el dinero de la gente, pero lo peor es su comprobada colusión con el crimen organizado”, insiste.
“El Padre Goyo” sabe de lo que habla. Ha sobrevivido a decenas de atentados y amenazas de muerte por su activismo en Tierra Caliente, donde es de los pocos que habla abiertamente de la narcopolítica en ese rincón de México. Desde allá advierte que Silvano Aureoles debe pagar por muchos delitos, pero uno es especialmente grave: protegió y encumbró a cambio de millones de pesos a una familia criminal llamada Los Correa que desangran a la gente buena y trabajadora del estado.
Los Correa —o como “El Padre Goyo” los llama, El Cártel de Silvano— es un clan de seis hermanos encabezados por Daniel Correa, apodado “El Tigre”, quienes iniciaron sus actividades delictivas cerca del 2010 como talamontes en los bosques del oriente de Michoacán, lo que les permitió dominar grandes extensiones de tierra con sólo ondear unos fajos de billetes frente a las narices de las autoridades adecuadas.
Junto a sus hermano José Rubén, Héctor, Ramiro, Jaime y Dimas, Daniel Correa migró a más actividades ilícitas como la producción de drogas sintéticas, las extorsiones a limoneros y el sicariato. Pronto, aprendió que se gana más blandiendo armas que dinero y su poder creció hasta que la reputación de su familia llegó a oídos del Cártel Jalisco Nueva Generación.
El cártel de las cuatro letras se decidió a frenar el avance de los seis hermanos asesinando a sus subalternos con métodos cada vez más sádicos que eran transmitidos en vivo por redes sociales para elevar la moral de la tropa de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”.
Los Correa estaban en apuros, así que idearon un plan no sólo para sobrevivir, sino para seguir creciendo: ampliar la base social y fortalecer el apoyo institucional. Para lo primero se aliaron con La Nueva Familia Michoacana y les compartieron, por ejemplo, el control de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, donde decenas de defensores de la tierra han sido asesinados o desaparecidos. Para lo segundo, Los Correa compraron en 2015 el apoyo de Silvano Aureoles, apenas tomó posesión como gobernador, según el “Padre” Goyo.
El trato, supuestamente, fue simple: Los Correa ofrecieron contener a los criminales de Jalisco y servir como una especie de guardia comunitaria para Silvano Aureoles, a cambio de que el perredista redujera la influencia de las policías estatales y aprovechara para hacer negocios al amparo del poder.
Por ejemplo, como gobernador, anunciaría la construcción de 7 nuevos cuarteles supuestamente todo equipados, pero que deliberadamente nunca funcionarían como lo prometido. Eso sí: los edificaría a sobreprecio para desviar millones a sus bolsillos. De ese modo, criminales y políticos ganaban, pero perdía la sociedad.
El sacerdote asegura que sus propios feligreses le han confiaron que, incluso, Silvano Aureoles tenía citas personales con Los Correa en los que discutía, entre comida y bebida, cuáles serían sus próximos negocios.
Ahora, el perredista que soñó suceder al expresidente Andrés Manuel López Obrador está “prófugo de la justicia”. No se sabe su paradero, aunque la Fiscalía General de la República cree que no ha salido del país .
“El Padre Goyo” lanza durante nuestra conversación un consejo para quienes pretenden detenerlo: ¿quieren encontrar al exgobernador Silvano Aureoles? Busquen en los territorios de sus amigos, Los Correa. Porque en Tierra Caliente, favor con favor se paga.
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