Lo de que en Macondo hubiese una bebida que curaba la peste podía impresionar a nuestros abuelos, pero a los millennials no nos dice nada: hemos visto a influencers jurar que una crema les ha hecho crecer el culo en cuestión de horas o que esas mechas californianas milimétricamente teñidas son obra de un spray que podría usar hasta un mono con los ojos tapados.
La Lore y la Macu -listillas de manual- sientan a creadores, representantes, marcas y plataformas para preguntarles si de verdad no hay nadie al volante de esta locomotora indecente que hemos llamado Influencer Marketing.